ARTÍCULOS Y TRABAJOS EDITORIALES
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UNA EXPOSICIÓN QUE DESAFÍA EL CONSUMO DE CUERPOS Y LA SEXUALIDAD DIGITAL
¿De dónde nace esta exposición?
En una era donde el placer se ha convertido en un producto más del mercado digital, donde los cuerpos son consumidos como bienes de un solo uso, surge la necesidad de detenernos y reflexionar. "No apto para consumo, humano“ nace como una respuesta a la mercantilización de la intimidad, a la desconexión emocional que ha traído consigo la inmediatez del placer digital. Inspirada en estudios de sociología, psicología y filosofía contemporánea, esta exposición propone un diálogo entre la brutalidad del consumo y la sensibilidad humana, entre la hipersexualización y la búsqueda de una conexión genuina.
¿Por qué la era digital es un paso más peligroso?
La sexualidad ha sido objeto de mercantilización desde tiempos inmemorables, con la prostitución como una de las formas más antiguas de comercio humano. Sin embargo, que haya existido desde siempre no significa que deba seguir existiendo. Una sociedad que evoluciona debe cuestionar las estructuras de poder que perpetúan la explotación y la cosificación de los cuerpos. La era digital ha llevado esta dinámica a un nivel sin precedentes. Hoy, la tecnología no solo facilita el acceso a la sexualidad como un producto, sino que la convierte en un bien inagotable, accesible en cualquier momento y lugar, a través de pantallas que despojan al cuerpo de su humanidad. Plataformas de contenido explícito, inteligencia artificial y algoritmos diseñados para maximizar la adicción han construido una industria donde el deseo es explotado sin freno, dejando profundas secuelas en la percepción del otro y de uno mismo. La inmediatez digital despersonaliza, cosifica y destruye la empatía, convirtiendo la intimidad en un acto puramente transaccional.
¿Qué expresa esta exposición?
"No apto para consumo, humano" no solo cuestiona el consumo de pornografía, sino el modo en que hemos normalizado el uso de los cuerpos como objetos de satisfacción momentánea. La exposición enfrenta al espectador a la disociación que provoca la tecnología en nuestra percepción del deseo y el placer. ¿Qué ocurre cuando la sexualidad se convierte en un producto de mercado? ¿Cómo afecta esto a nuestra manera de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos? A través de instalaciones visuales, performances y experiencias inmersivas, esta muestra busca provocar una reacción visceral, invitando a una pausa en la vorágine de lo inmediato.
Una narrativa en tres actos
El recorrido por la exposición está estructurado como un viaje que lleva al espectador desde la cosificación hasta la posibilidad de una reconexión auténtica:
• El supermercado de los cuerpos: Un espacio frío, casi quirúrgico, donde los videos y fotografías consumid@s aparecen etiquetados como productos, exponiendo la lógica de la mercantilización sexual.
• El algoritmo del placer: Una instalación donde la inmediatez del consumo digital confronta al espectador con la paradoja de la intimidad simulada. En este espacio, se escuchan de fondo títulos de videos de plataformas como Pornhub y Xvideos, como "Chica violada entre tres" o "Me follo a mi padre", mientras en las pantallas se proyectan imágenes tiernas de personas realizando actividades cotidianas, resaltando la contradicción y la violencia simbólica del contenido digital.
• Reconexión: Un espacio vacío, cálido, donde se invita a la pausa y la introspección, a recuperar el contacto humano más allá de la pantalla.
Hacia dónde pretende llegar
Esta exposición no ofrece respuestas definitivas, pero plantea preguntas necesarias. Quiere abrir un espacio de reflexión sobre el modo en que consumimos, sobre la fragilidad de los vínculos en un mundo dominado por lo efímero. "No apto para consumo, humano" es una provocación, una invitación a mirar más allá de la pantalla, a recuperar el sentido del tacto, de la mirada, de la emoción sincera. Es, en definitiva, un llamado a la humanidad en un mundo cada vez más digitalizado.
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